Habla de la fotografía como quien habla de una amiga, una
mano, o de sí mismo. Se sienta y comienza a revolver viejas fotos mentales
sobre su vida y obra, colmada de pasión, obsesión e incansable protesta. Dispara
sus ideas con la velocidad con que dispara su cámara, congelando los momentos
claves de su vida. Este es Jorge Acecituno, un hombre gravitante para la
fotografía de Chile.
Por Nicolás Ortuya Méndez
*Fotografías: Jorge Aceituno
Componiendo Anhelos
Jorge Aceituno nació con ojos de fotógrafo, hace 58 años. Desde
pequeño, los álbumes fotográficos familiares fueron construyendo en él las
imágenes de quienes ya no lo acompañaban. En esos cuadros de papel el veía un
espacio para la memoria y fue construyendo, de a poco, una imaginación y una
visualidad sin límites.
En el Chile de los 60’s no todas las familias tenían una
cámara fotográfica, a diferencia de la actualidad, y quienes tenían una la reservaban
para eventos importantes. Sin embargo, Aceituno jugó con la cámara toda su
niñez, al principio sólo mirando por el
visor y construyendo composiciones de la vida cotidiana; más tarde
capturando todo eso que le llamaba la atención, las escenas raras, las posturas
fuera de lo común y “las payasadas”,dice.
En 1975, era un adolescente terminando su Enseñanza Media,
lleno de sueños y anhelos de fotografía, pero la dictadura chilena le daría,
por primera vez, un portazo en la cara. La Escuela de Cine de la Universidad de
Chile, donde él pretendía estudiar, había sido cerrada por los militares. En este desfavorable escenario, Aceituno evaluó estudiar
artes, algo a lo que siempre se había sentido cercano, pero no, no era
realmente lo suyo. Finalmente, y renunciando a su propia esencia, estudió
Mecánica, pero nunca fue feliz en eso.
“Al final me fui del país. Nunca tuve problemas políticos,
pero ya no soportaba mucho el ambiente de la dictadura. Llegué hasta Canadá y viví
ahí un tiempo, pero era demasiado caro estudiar”, comenta.
A sus 26 años volvió a Chile y, consciente de que la
oportunidad de estudiar lo que siempre le había apasionado se le estaba
escapando de las manos, entró a Fotoforum, una renombrada academia de
fotografía, donde se formó profesionalmente.
- La fotografía de Aceituno: una ventana a su mundo interior
Jorge Aceituno fotografía sus propias obsesiones. Ocupa los
lugares, los objetos y a la gente como un lienzo sobre el que dibuja, pinta,
escribe, y si es necesario, vomita todo su impulso creativo. No fotografía
paisajes ni retrata a personas porque sí, sólo dispara para expresar una
historia o un discurso.
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Jorge Aceituno |
¿Qué es la fotografía
de autor para usted?
−
No me gusta decirle "fotografía de autor". Personalmente, quería
hacer algo que tuviera cierto peso, que pudiera transmitir y expresar las cosas
que yo sentía. Mi fotografía es un canal para expresarme creativamente, eso siempre
fue bien estimulado en mi casa. Entonces la fotografía de autor es aquella en
que el fotógrafo vuelca sus inquietudes personales, obsesiones, y hace un
trabajo expresivo utilizando la fotografía como herramienta. Son trabajos en profundidad
y se construyen en el tiempo.
¿Y cuáles son sus
obsesiones?
− Principalmente la gente. Yo partí trabajando con el
dramaturgo Ramón Griffero, en “El Trolley”. Él era muy visual y me ayudó a consolidar
mi interés por las atmósferas, el cuerpo y los conflictos. Para mí el cuerpo
humano siempre ha sido de interés para la expresión, aunque sé que somos mucho
más que solo cuerpo. El cuerpo es el territorio de la salud, la enfermedad y
las emociones. En la sociedad actual la imagen del cuerpo, por una parte está exacerbada,
pero por otro lado se ha descuidado su función, y eso, en el fondo, es un
reflejo del tipo de sociedad que construimos.
¿Cuál es el rol del sexo
para usted como fotógrafo?
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Jorge Aceituno |
- Discriminación: un motor creativo
Aceituno ha dedicado una vida entera a capturar esas cosas
distintas que nadie más ve, dignificando, por ejemplo, las discapacidades y las
enfermedades mentales. Este fotógrafo busca visibilizar todo aquello que la
sociedad se encarga, descarnadamente, de ocultar y marginar.
Así fue como llegó a trabajar con ciegos, sordos y con un
grupo de discapacitados mentales o “personas con capacidades diferentes” como
dice Aceituno con sarcasmo, dibujando unas comillas con sus manos en el aire. “No
deberíamos pensar que son diferentes, deberíamos plantearnos sólo como un otro”,
afirma.
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Jorge Aceituno |
“Con agua de cielo” (1992) fue un trabajo que realizó en
conjunto con las personas que asistían al Centro de Capacitación Técnica Aquelarre,
donde su hermana, Alejandra Aceituno, coordinaba los talleres que formaban a artistas
con más capacidades que discapacidades. Esta muestra es una exploración y
revisión por la historia de la pintura y literatura, en la que trabajó con
jóvenes artistas que tenían síndrome de Down o discapacidades mentales. Ellos
autorrepresentaban las obras más conocidas de los grandes artistas de todos los
tiempos, apropiándose de la fotografía de Aceituno.
¿Qué significó para
usted trabajar con personas que tenían dificultades físicas o mentales?
−
Siempre me ha interesado la gente que es discriminada o que tiene menos
oportunidades por alguna razón. A través de ellos yo descubrí un mundo nuevo. Exploré
una sensibilidad que no me imaginaba porque, generalmente, sus familiares coartan
su capacidad de expresarse creativamente. La gente duda que ellos puedan tener
una emocionalidad tan potente, pero ellos no tienen todas las trabas que nos
deja el sistema educativo, son almas libres. Trabajar con ciegos, por ejemplo,
es otro mundo. La vista es un sentido engañoso que le quita importancia a los
otros sentidos y a los sentimientos. Para mí fue un aprendizaje muy potente.
¿Se ha sentido
discriminado alguna vez?
− Todos
hemos sido discriminados alguna vez. Cuando yo vivía en Canadá me discriminaban
por ser latino. Pero lo que siempre recuerdo es una experiencia que tuve en
1990. El Museo de Bellas Artes realizó una actividad que celebraba el regreso
de la democracia y nos invitaron como colectivo artístico a exponer. Nuestro
tema era el género negro, entonces había escenas fuertes en términos sexuales y
de violencia. Algunas personas se escandalizaron con las imágenes y reclamaron al museo, y el director de la institución, que en ese entonces era Nemesio
Antúnez, mandó a esconder nuestra obra. Eso fue una discriminación igual,
fuimos censurados.
- Navegando en los tiempos tecnológicos
Jorge Aceituno es un fotógrafo formado en el siglo pasado
pero que ha sabido navegar en las aguas de la tecnología actual, nutriéndose de
todo lo que puede hacer a su fotografía más potente, más expresiva y más
iluminadora. Sobre estos puntos reflexiona el retratista, quien ve con buenos ojos
toda herramienta que pueda llevar a sus fotos más cerca de la realidad.
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Jorge Aceituno |
¿Cómo se relaciona la
fotografía actual con la tecnología?
−
La tecnología siempre ha estado al servicio de la fotografía, y todos los avances que hay son
gracias a la tecnología, eso ha permitido
que hoy casi no haya límites en cuanto a la fotografía. Pero existe ahora una
suerte de "neopictorialismo digital", una tendencia a retocar mucho
las fotos hasta que se vean como una pintura, como si eso le diera más valor.
Yo no soporto mucho eso, me carga de hecho, así como tampoco soporto el HD, al final la fotografía termina
siendo como otra cosa, algo poco real.
¿Qué lugar ocupa la
fotografía de autor en nuestra sociedad?
−
No es tan valorada como yo quisiera. Somos un país con poca cultura visual, no
se conoce ni la fotografía patrimonial chilena. Tenemos mala memoria, no valoramos
mucho nada porque olvidamos rápido. Ahora hay más acceso a la fotografía
gracias al internet, pero más para la gente joven. También hay cierto respeto
por las exposiciones, pero falta que la gente entienda lo que está viendo. Hay
un grave desconocimiento de lo que se está apreciando.
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